La poeta Lucila Godoy (1889-1957), mejor conocida como Gabriela Mistral, inició su carrera literaria a la par de su carrera docente. Con 21 años de edad comenzó a impartir clases para niños en educación básica.
Su admirable vocación no decayó con su consagración poética, pues siempre expuso una férrea defensa de la educación pública y de las responsabilidades estatales para mejorarla.
Obtuvo el premio Nobel de Literatura en 1945, y su fervor magisterial se mantuvo intacto.
Para recordar la pasión por la enseñanza que debe ser piedra angular en la vida de todo profesor, te comparto su “Decálogo del maestro”:
1.- AMA. Si no puedes amar mucho, no enseñes a niños.
2.- SIMPLIFICA. Saber es simplificar sin quitar esencia.
3.- INSISTE. Repite como la naturaleza repite las especies hasta alcanzar la perfección.
4.- ENSEÑA con intención de hermosura, porque la hermosura es madre.
5.- MAESTRO, sé fervoroso. Para encender lámparas basta llevar fuego en el corazón.
6.- VIVIFICA tu clase. Cada lección ha de ser viva como un ser.
7.- ACUÉRDATE de que tu oficio no es mercancía sino oficio divino.
8.- RECUERDA. Para dar, hay que tener mucho.
9.- ANTES de dictar tu lección cotidiana mira a tu corazón y ve si está puro.
10.- PIENSA en que Dios se ha puesto a crear el mundo de mañana.
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