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NOTAS DE UN PROFESOR EN UN DÍA DE CELEBRACIÓN

Muchos ya lo saben, hoy se celebra a las maestras y maestros de México. Por ello, es un día de relevancia nacional, pues nadie puede negar la influencia que los maestros han tenido, tienen y tendrán para la sociedad.



Es necesario dedicar unas líneas en este día al trabajo que los maestros realizamos, debo aclarar, que de no dedicarme a esto no podría hacerlo, porque solo quien se enfrenta a las adversidades y bondades de la docencia, está facultado para hablar de lo que ello implica. De ninguna manera pretendo desestimar las opiniones que figuras ajenas a la docencia tengan sobre el trabajo que realizamos, por el contrario, siempre valdrá la pena escuchar diversas voces al respecto, sin embargo, con certeza, puedo decir que carecen de sustento experiencial y eso les imposibilita expresar una opinión sólidamente argumentativa para la crítica y el cuestionamiento que, comúnmente, se hace sobre nuestro actuar.


Cuando el gobierno de la 4T anunciaba la importancia de revalorizar a los maestros, realmente nos entusiasmamos, porque precisamente lo que se necesitaba en el gremio magisterial era eso, una REVALORIZACIÓN. No solo nos  entusiasmaba saber que tendríamos un gobierno preocupado por mejorar las condiciones laborales de los maestros que, dicho sea de paso, hay mucho por hacer, sino por el mensaje que este término tendría para la sociedad, ya que la revalorización más importante para muchos de nosotros tiene que ver también con la atención, el trato y el respeto que recibimos de nuestros alumnos y de sus padres de familia, quienes son los sujetos mayormente presentes en la cotidianidad escolar.


Es en este sentido, que pretende centrarse el mensaje de este escrito y para profundizar un poco más sobre ello, cito lo siguiente:


“Ser maestro, en el buen sentido de la palabra, significa ser aprendiz. La instrucción comienza cuando uno como profesor aprende del aprendiz, se pone en su lugar para poder comprender lo que él o ella comprende y la forma en que lo comprende.” S. Kirkeegard 


Lo anterior, enfatiza lo que implica ser maestro, ahora más que en otros tiempos, nuestro trabajo demanda aprender de nuestros alumnos, mirar la realidad desde sus miradas, con sus planteamientos, pues hoy la comunidad infantil está influenciada nada más y nada menos que por ellos mismos, pretenden regirse bajo sus propios términos, nuestras visiones les resultan incompatibles con las suyas y se adaptan con facilidad a las tendencias sociales de las redes digitales.


En ese tenor, el producto de nuestro trabajo sufre el efecto de la volatilización, porque constantemente estamos obligados a aprender, desaprender y reaprender sobre la composición social que impera en esta modernidad líquida y volátil, lo que representa una tarea difícil, además de frustrante, puesto que en ocasiones solemos creer que nuestra intervención no es lo suficientemente idónea y debemos replantearla, es entonces cuando requerimos el apoyo de los padres de familia para hacer sinergia en este trabajo de educar y nos damos cuenta de que muchos de ellos también son víctimas de este fenómeno infantil; así que lejos de representar un apoyo, representan un obstáculo más que superar. Es insoslayable que ello no implique un trabajo exhaustivo. Recordemos que un maestro, antes de ello, es un ser humano que experimenta un bagaje de emociones como todas las personas. 



No obstante, el compromiso y profesionalismo de los maestros se manifiesta cuando, ante una serie de adversidades, afrontan este gran desafío siendo capaces de leer los contextos locales y globales que les rodean, de este modo, logran consolidar las metas y propósitos de la educación contemporánea. El sentido de educar y el oficio docente se fusionan y se traducen en un arte, pues el maestro de hoy tiene la encomienda de ser un facilitador que domine su disciplina y que, a través de metodologías activas, ofrezcan las herramientas para que los estudiantes comprendan el mundo desde diversos lenguajes. 


Habiendo planteado lo anterior, es importante señalar que el salario devengado a pesar de lo que gran parte de la sociedad piensa, no está a la altura de las exigencias que se hacen a los maestros; según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), ser educador se consideró una de las profesiones peores pagadas en el ranking 2023. Si hoy existen docentes dispuestos a cumplir con su trabajo es porque poseen vocación, algo que en esta profesión resulta imprescindible y que es lo que permite que cada día lleguen a las escuelas a dar lo mejor de sí, para sus alumnos. 



La educación en México se gesta desde los lugares más urbanizados hasta los más inhóspitos, el docente rural, el foráneo, se esfuerza sobremanera para cumplir con su misión, hay miles de relatos y experiencias que lo acreditan, valdría la pena centrar la mirada en estos casos y empezar a valorar realmente su trabajo. No se trata de romantizar nuestra labor, ser docente hoy en día tiene que ver con una decisión consciente de lo que ello implica, lamentarse, no sería válido, toca asumir la responsabilidad con profesionalismo y humanismo, porque al estar frente a un grupo de niños o adolescentes es difícil no cruzar la delgada línea entre las acciones que corresponde hacer, como docente, y las que no; el ser paternalista o maternalista con ellos, por ejemplo. Lo cierto, es que la mayoría de las veces, esa línea se cruza y terminamos siendo aprehensivos, tratando de hallar soluciones a situaciones adversas que aún estando fuera de nuestros alcances, lo intentamos.  


Por eso y por mucho más, hoy no solo se debe celebrar por costumbre y tradición la figura del maestro, es menester reconocerlo con la profundidad necesaria de tal manera que la revalorización de la que tanto se habla cobre valor y sentido. 


Cierro estas notas expresando respeto y admiración a mis colegas, compañeros y amigos de profesión, pese a la incertidumbre social, recordemos que representamos esperanza y por venir. Felicidades a todas las maestras y maestros de México, sigamos promoviendo historias de éxito a través de nuestros estudiantes, que lo mejor de nosotros trascienda generacionalmente y que el orgullo de ser maestro dignifique nuestras vidas. 




¡NO SE RINDAN NUNCA! 

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