Pareciera ser que, comúnmente, nuestra vida se rige por esa trillada frase que alude al masoquismo: “Le hace daño, pero ahí está” en lo particular, cuando escucho esta frase, inmediatamente la asocio con cuestiones sentimentales y es que, existen muchas personas que viven su relación amorosa divulgando la crisis que pasan con su pareja y, por si fuera poco, parecen disfrutar de ese sentimiento indiferente que reciben.
Sin embargo, hoy no asociaré esta frase a cuestiones sentimentales, más bien, quiero dedicar esta entrada a la adicción legal que generan las industrias tabacaleras, logrando aniquilar a una multitud de personas que sabiendo anticipadamente su trágico destino, se resisten sin menor lucha a esperar pacientes el día de su fin.
Nos indignamos cuando oímos el saldo de muertos que arrojan las guerras entre naciones, las matanzas entre diversas organizaciones delictivas, el feminicidio, etcétera. Pero (sin pretender hacer minúsculas estas acciones), ¿por qué nos mostramos inmunes cuando las estadísticas afirman que fumar tabaco arroja anualmente un saldo de 5 millones de muertes en el mundo?
Qué incongruencia… ¿No lo creen?
Para las industrias tabacaleras, no representa una preocupación ni una inquietud moral pertenecer distintivamente a una Empresa Socialmente Responsable (ESR), puesto que, los estudios y estrategias de marketing que aplican, predicen que los consumidores serán apáticos ante las advertencias que, descaradamente, encontrarán al reverso de las cajetillas de cada marca de tabaco que adquieran.
Lamentablemente esta estrategia no ha fallado y juega con nuestro psiquismo empleando un papel “responsable” al plasmar en la envoltura la emisión de un producto tóxico con más de 4.000 sustancias químicas dañinas, pero nivelando esta acción, con fuertes campañas de publicidad promocionando su marca como la moda tabacalera del momento, incitando principalmente a los jóvenes a ser fuertes consumidores de este nocivo producto, asegurando de este modo, un mercado exitoso con los nuevos clientes del futuro.
No es un secreto que el 70% de los cánceres que padece el organismo humano es a causa del tabaco y que, a pesar de los múltiples tratamientos como las cirugías, las quimioterapias y las radiaciones, sólo el 15% de los casos logra sobrepasar los 5 años de vida una vez que el cáncer ha comenzado a consumir los pulmones.
Lo más grave de esto, es que importa poco las prevenciones que se tomen evitando los alcances dañinos de éste, puesto que más del 80% del humo que genera el tabaco es invisible y afecta 4 veces más a los fumadores pasivos que a los activos. En este sentido, resulta emergente no sólo evitarlo sino erradicarlo.
Actualmente existen más de 1.100 millones de personas adictas al tabaco, el genocidio humano es inminente, no necesita llegar el tan esperado fin del mundo para acabar con la humanidad, ya que el ritmo de esta adicción aumenta significativamente cada año.
Los únicos beneficiados de esta catástrofe resultan ser los integrantes de la élite empresarial que pertenecen a esta industria, aun conociendo las consecuencias dañinas que genera su producto, lanzan 5 billones de tabacos anuales al mercado internacional obteniendo ganancias inverosímiles e importándoles poco el impacto que genera esta sustancia en la salud de la humanidad.
Lo que debemos empezar a realizar para detener este genocidio, no es dejar de fumar implementando la fuerza de voluntad pensando en el bienestar de uno mismo. Hasta ahora, no ha funcionado. ¿Pero qué tal si le apostamos al amor? Sí, al amor no sólo por uno mismo, sino por aquellos que vienen, los hijos, los nietos, en fin.
El amor es un sentimiento tan fuerte y noble que en estos momentos es el elemento que podría combatir esta epidemia nociva mundial.
¿Están dispuestos a rehabilitarse apostándole al amor que sienten por los suyos?
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